Después de incontables centurias de esclavitud, bien pueden imaginarse el júbilo que se experimenta cuando los grilletes de la tierra, las limitaciones de la carne y el velo del olvido son eliminados de una vez por todas de la corriente de vida.
Tratar de describirles esos primeros instantes de liberación eterna es tan inútil como tratar de poner en palabras finitas una descripción apropiada de la persona de la Deidad. Baste con decir que en el mismísimo instante en que se experimenta dicha liberación, la corriente de vida encara inmediatamente una decisión de libre albedrío en cuanto a si se elevará por las alturas cósmicas de Paz y Felicidad... o si, con el brillo de la liberación todavía fresco en el corazón, regresará de nuevo a la esclavitud voluntaria y a siglos de esfuerzo con la conciencia limitada de la humanidad mediante algún cargo en la Gran Hermandad Blanca.
No ha de sorprender que son muy pocos los que escogen este camino de sacrificio, y que la mayoría legan su momentum de bien a la raza, si bien eligen ser libres individualmente de todo karma personal adicional.
Diario de El Puente a la Libertad Hilarión
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