Los espiritistas han aprendido a entrar a la sustancia sutil del mundo etérico a punta de controlar los sentidos y enfocar la conciencia en sus cuerpos etéricos. El desarrollo espiritual de tales individuos determina el tipo de conciencia desencarnada que pueden contactar. Esta gente contacta presencias que moran en los diversos ámbitos, e informan de sus mundos y “mensajes” como si se tratara de la Verdad.
Es por supuesto una verdad parcial, ya que la conciencia que cada quien contacta es sólo tan evolucionada como el desarrollo personal propio le permite a uno comprender.
Aunque la masa de la humanidad tiene un uso limitado de las facultades en el mundo físico, y un uso más o menos variado de las facultades de los cuerpos emocional y mental, el grupo que ha desarrollado el uso del cuerpo etérico es considerablemente más pequeño; y de estos, nueve de cada diez no son confiables en sus informes, ya que son incapaces de elevarse fuera de los estratos inferiores. Esta gente ha desarrollado dicha facultad a lo largo de vidas pasadas, y son en su mayoría responsables por los informes insensatos que marcan al “espiritismo” como un peligro y riesgo, más que como la “investigación” que inicialmente se pretendía que fuera, manejada científicamente desde el punto de vista de la ubicación o localización de “almas” de personas para ayudarlos a liberarse de las cadenas de la conciencia humana mediante una educación inteligente.
El Morya en el Libro "El Primer Rayo"
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