domingo, 19 de febrero de 2012

DÍA DE LA ASCENSIÓN

La Ascensión del Maestro Jesús a la esfera de la conciencia en la cual mora en unicidad con el Padre, fue consumada cuarenta días después de las estremecedoras manifestaciones de Su victoria sobre la muerte, cuando revitalizó Sus vehículos internos y sorprendió no sólo a los enemigos de Su misión, sino también a sus confundidos y desolados discípulos. Durante el período de cuarenta días después de la resurrección, Jesús continuó imbuyendo a sus discípulos con Su conciencia, y realizó Su acto final de Amor en la invocación de la vertida especial del Santo Confortador –nuestro Señor Mahá Chohán— que tuvo lugar el día de Pentecostés. 

En toda esta historia, según está registrada en el Nuevo Testamento, es evidente que Jesús escogió completar Su misión a fin de que los discípulos pudieran apartarse de la tendencia a recostarse de Sus poderes y desarrollar los poderes latentes en sus propias corrientes de vida. Una y otra vez Jesús repite “Pero Yo os digo la verdad: Os conviene que Yo me vaya, porque si no me fuera, el Santo Confortador (Paráclito) no vendría a vosotros, más si me fuere os lo enviaré”. 

Después de tomar su gran decisión, Jesús desconectó Su conciencia libre del tirón gravitacional de la Tierra, del tirón personal de amor y afectos (lo cual de por sí, no fue una tarea fácil), y escogió llevar la totalidad de la sustancia de su mundo –incluyendo Su cuerpo- a los ámbitos del Padre de Luz y Amor. De esta manera, hizo girar a cada aspirante hacia su propio Poder Divino individual, y cósmicamente dejó un ejemplo para todos los hombres de la última de la vida manifiesta —la digna y gloriosa transmutación del ser mediante el empeño auto-consciente, más que la ignominiosa desintegración y degeneración que conforma el patrón para la salida de la humanidad del mundo de las apariencias, a través de las puertas de la muerte. 

El hombre debe llegar ahora a vivir de tal manera, que cuando haya inhalado su último aliento, y reciba la citatoria cósmica, pueda acopiar la cosecha a su alrededor y ascender con gloria al Reino de donde una vez salió en el principio —para nunca más volver a salir.


Diario de "El Puente a la Libertad" Serapis Bey

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