No hay mérito alguno, amados Míos, en dar confort a alguien de quien están particularmente enamorados en cierto momento, porque ustedes están obteniendo confort de dicho servicio; pero cuando puedan dar confort impersonal a toda la vida, aún allí donde no hay afecto temporal para la persona en zozobra, y a quien ustedes están sirviendo, entonces estarán ustedes aproximándose a la madurez bajo el Rayo que Yo superviso.
He visto gente muchas veces que se pasa toda la vida dando confort a un marido, a una esposa, a una madre, hermana o hermano o hijo (lo cual, por cierto, es un rasgo muy loable), pero si pudieran ver el aura de dicha persona, verían que el dar ese confort constituyó una satisfacción al ego del dador, más que el deseo y motivo de transmitir confort a la conciencia de la persona a la que estaba sirviendo. Ustedes estarán mucho más felices, amados corazones, cuando se desaten del sentimiento que tienen que dar todo su confort a una parte de la vida, y aprender a abrir sus brazos y desear dar confort a todos.
MaháChohán
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