Para los dormidos, el confort significa liberación de la aflicción. Para el chela consciente, el confort entraña conocimiento que, cuando se aplica, controla energía dentro y fuera del ser, trayendo armonía allí donde existe la inarmonía, belleza allí donde existe la distorsión, sanación allí donde existe la enfermedad, y paz allí donde se manifiestan energías en guerra.
Confort es la capacidad para, primero, controlar la pequeña aura personal, sin importar cuál pueda ser la provocación interna o externa; y, segundo, controlar las energías que son las sombras sobre la pantalla de maya —local, nacional o planetariamente— cuando así lo exigen las necesidades. El Maestro Jesús fue un ejemplo de una presencia confortadora de este tipo, así como también lo fue el amado San Francisco de Assisi. La Guardiana Silenciosa del Templo del Confort está buscando constantemente entre las almas de los hombres, aquéllos cuyos corazones indiquen que desean convertirse en tales presencias confortadoras para la Vida. Estos son marcados y examinados por nuestro Señor MaháChohán y, de tener ciertas calificaciones básicas, se les da la oportunidad de aprender a controlar las energías de sus propios pensamientos —de manera que únicamente pensamientos que traerán confort a la Vida nacerán en sus cuerpos mentales. También se les enseña a controlar sus cuerpos emocionales, de manera que únicamente sentimientos que añadirán al aura de confort del mundo serán contribuidos por ellos -veinticuatro horas al día y no sólo en momentos de Aplicación o culto religioso.Ellos aprenden a controlar sus propios cuerpos etéricos, de manera que las memorias de amarguras pasadas, injusticias y angustias no vuelvan a fluir dentro de la sustancia maleable de la Luz Universal y, así, añadir a la sábana masiva de karma que la humanidad inhala constantemente. Finalmente, se les enseña control sobre sus facultades físicas, de manera que sus labios nunca formen ni pronuncien una palabra que no lleve confort e inspiración a otros; que sus manos nunca se eleven con un gesto que sea inferior a una bendición; que sus ojos nunca envíen los fuegos de irritación o burla, sino que expresen la suave radiación de Amor; y que sus oídos nunca escuchen ni registren falta de amabilidad alguna hacia otra parte de la vida.... y así, ad infinitum.
Confort es la capacidad para, primero, controlar la pequeña aura personal, sin importar cuál pueda ser la provocación interna o externa; y, segundo, controlar las energías que son las sombras sobre la pantalla de maya —local, nacional o planetariamente— cuando así lo exigen las necesidades. El Maestro Jesús fue un ejemplo de una presencia confortadora de este tipo, así como también lo fue el amado San Francisco de Assisi. La Guardiana Silenciosa del Templo del Confort está buscando constantemente entre las almas de los hombres, aquéllos cuyos corazones indiquen que desean convertirse en tales presencias confortadoras para la Vida. Estos son marcados y examinados por nuestro Señor MaháChohán y, de tener ciertas calificaciones básicas, se les da la oportunidad de aprender a controlar las energías de sus propios pensamientos —de manera que únicamente pensamientos que traerán confort a la Vida nacerán en sus cuerpos mentales. También se les enseña a controlar sus cuerpos emocionales, de manera que únicamente sentimientos que añadirán al aura de confort del mundo serán contribuidos por ellos -veinticuatro horas al día y no sólo en momentos de Aplicación o culto religioso.Ellos aprenden a controlar sus propios cuerpos etéricos, de manera que las memorias de amarguras pasadas, injusticias y angustias no vuelvan a fluir dentro de la sustancia maleable de la Luz Universal y, así, añadir a la sábana masiva de karma que la humanidad inhala constantemente. Finalmente, se les enseña control sobre sus facultades físicas, de manera que sus labios nunca formen ni pronuncien una palabra que no lleve confort e inspiración a otros; que sus manos nunca se eleven con un gesto que sea inferior a una bendición; que sus ojos nunca envíen los fuegos de irritación o burla, sino que expresen la suave radiación de Amor; y que sus oídos nunca escuchen ni registren falta de amabilidad alguna hacia otra parte de la vida.... y así, ad infinitum.
MaháChohán
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