El que un hombre luche por adquirir el poder de precipitación es una parodia, ya que no hay momento —despierto o dormido, día o noche— en que ni aún el ser humano más ignorante y descontrolado no esté precipitando. Las fuerzas de los cuatro elementos precipitan, y aún el reino animal emite una radiación. Por tanto, el principio fundamental que hay que aprender no es COMO precipitar, sino QUE precipitar y cómo CONTROLAR lo precipitado. Ahora bien, la precipitación es un poder que está en uso constante si bien descontrolado, excepto por la Mente Superior, y el Plan Divino consiste en que todos los hombres pongan de manifiesto Perfección mediante el uso conscientemente controlado de esta facultad.
Diario de "El Puente a la Libertad" Hilarión
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