Dios necesita un cuerpo, un vehículo de expresión, a fin de exteriorizarse a Sí mismo en cada plano. Por ejemplo, la visión física del hombre puede disfrutar de la belleza abstracta únicamente cuando encarna en un arbusto en flor, un árbol cargado de frutas, un lago sereno, una majestuosa montaña coronada de nieve. De manera que, igualmente, sólo puede disfrutarse de la naturaleza Divina del Amor cuando está encarnada como un amigo, una madre, una enamorada, un gurú. En una capacidad mucho mayor, la esencia espiritual de la Presencia de Dios encarna en grandes Inteligencias Divinas, quienes tienen el poder para absorber, irradiar y recrear —en un plano inferior— la plena naturaleza de Dios. Estas Inteligencias Divinas están de acuerdo con el sistema de manifestar lo abstracto como lo están la flor, el canto de un pájaro, el árbol cargado.
Uno de estos es el Señor Gautama Buddha, quién se ha ganado el derecho de sentarse en la presencia viviente del Dios de este universo, encarnar Su naturaleza e intensificar esa naturaleza mediante Su propia vida calificada. En calidad de servicio voluntario a la humanidad, a la Hueste Angélica y al Reino Elemental que actualmente están evolucionando en y alrededor del planeta Tierra, el Señor Gautama escoge una vez cada año bajar esta radiación al interior de la atmósfera de la Tierra, la cual Él atrae a sí y la cual, de otra manera, permanecería en la esfera donde Dios y Su corte espiritual habitan.
Diario de "El Puente a la Libertad" Hilarión